lunes, 31 de marzo de 2014

La filosofía va más allá de simples supuestos


La filosofía  va más allá de simples supuestos

                                                                           TORRES CALOPINO, Yesica Milagros
Mediante este ensayo quiero mostrar por qué las personas no se sienten identificadas con la filosofía y también quisiera persuadir a los lectores para que vean cuán trascendente es. Creo que ,en nuestra vida cotidiana, no le brindamos la importancia debida a los filósofos, pues somos incapaces de cuestionarnos el porqué de las cosas y simplemente las aceptamos tal y como son argumentando que no hay motivos para complicarnos la existencia. Magee nos dice que: mucha gente llega a la filosofía deseando que se le diga cómo vivir, o deseando que se le dé una explicación del mundo y con ella, una explicación de la vida[1].Pero, comprenderemos que uno  no debería llegar a la filosofía buscando repuestas definitivas[2], tal como lo afirma el autor mencionado anteriormente, pues esta va más allá de simples supuestos. Entonces, ¿qué es la filosofía?

Sé que muchos podrán decir que estudiando un libro de filosofía ya aprenderán. Pero, no hay que apresurarnos, Lyotard nos menciona que, la lectura no es filosófica porque los textos lo sean[3], es decir, que aprender filosofía va más allá de lo que está escrito, puesto que debemos interrumpir la lectura para filosofar sobre lo que leemos, solamente así podremos abstraer todo el conocimiento que determinado autor nos quiere manifestar, por ello  también declara que es un ejercicio de paciencia[4] y le podría agregar concentración. Por ejemplo, si practicáramos con alguien aquello que Sócrates hacía, es decir  preguntarle a un determinado ser ¿por qué existe el amor en el mundo?  ¿Qué es la justicia? ¿Qué es ser sabio?, etc. Probablemente te mirarán raro y harán un gesto, aduciendo que estás loco, entonces comprenderemos que  la gente, tal y como lo menciona Isaiah Berlin en una entrevista concedida a Magge,  se siente incómoda cuando se le obliga a analizar en qué se fundan realmente sus creencias[5].
Eso no pasa con la filosofía, pues esta trata de entender  primero el verdadero significado de lo que le están preguntando, de ahí que una pregunta genera otra y esta otra y así sucesivamente. Por ejemplo, si a un estudiante de filosofía le planteáramos las mismas interrogantes expondrá, ¿qué quieres decir exactamente con “amor”? Puesto que, una de sus actividades-según Berlín- es la de aclarar conceptos[6] y esto nos permite ver cuándo una pregunta se ha formulado mal[7], ya que muchas veces empleamos un término y le asignamos un sentido erróneo. Entonces, ahora seremos nosotros quienes nos impacientemos, pues no soportaríamos tremendo cuestionario e inventaríamos cualquier excusa para salir del problema, como que no tenemos tiempo o simplemente responderíamos de manera superficial argumentando que no somos filósofos para ocuparnos de cosas triviales. Pero, ¿es eso realmente la filosofía?

Pues bien,  Isaiah Berlin expresa que, la filosofía aumenta el autoconocimiento de hombre[8], sí aunque muchos no lo crean, porque parte de una pregunta, como ya lo hemos visto inicialmente, y busca los verdaderos fundamentos, es decir, aquello que no es visible y para ello debe realizar un análisis muy riguroso, evaluando tanto lo que está a favor como en contra. Y al ejecutar todo esto amplía sus conocimientos sobre sí mismo, pues ningún filósofo se contenta con lo que dicen, sino que busca su propia verdad, por eso se afirma que en filosofía nadie es dueña de esta.
A continuación, expondré dos ejemplos claros para que me entiendan mejor, en la película Ágora se puede observar que Hipatía comienza diciendo ¿por qué el papel cae de forma lineal? Y un alumno le contesta  por la gravedad, otro por su peso, pero ella les responde los dos hablan de lo mismo, pero no están llegando a la razón principal. De ello, se deduce que la filosofía es radical, ya que busca el verdadero origen de un problema. Los que hemos visto la película observamos que la chica se plantea preguntas y no descansa hasta encontrar las respuestas, cuando siente que ya no puede más descansa y posteriormente trata de replantearlo todo, vuelve a los posibles. Me agradó mucho cuando  señaló que: ningún filósofo renunciaría a algún estudio, pues esto nos demuestra que recurren a todos los medios para encontrar el enigma de las cosas.

Y el otro, sería la reacción de  Sócrates cuando le mencionaron que los dioses  habían dicho que era el más sabio de todos  los hombres, es ahí cuando este busca comprobarlo,  lo cuestiona, es decir, lo pone en duda. De ahí que la filosofía no toma como verdad nada. Y es por ello que la gente lo ve como algo innecesario, pues no aceptan simples supuestos. Sócrates al preguntarse, ¿será cierto?, nos muestra que la filosofía  es perceptible y sin duda una sabiduría de carácter humano[9], tal y como lo dice Platón, ya que siempre estará sustentada por un sujeto determinado. Y al realizar esto se convierte en un ser libre, pues nadie le impone lo que debe creer. Para resolver tal incertidumbre busca compararse con otros que se creen sabios. Sin embargo, nadie le sugirió cómo encontrar la respuesta.
 Mas, no hay que sorprendernos porque en filosofía, tal y como lo expresa Berlin, uno no sabe dónde buscar la respuesta[10].Lo que no ocurre con las preguntas empíricas ni formales, pues ambas tienen, según lo menciona, métodos claramente entendidos para encontrar sus respuestas[11]. Por ejemplo, si alguien me dice que los cuerpos se dilatan con el calor puedo ir al laboratorio y comprobarlo. Si me mencionan cuánto es  23 + 42 lo haré mediante un método determinado. Entonces, esa es la peculiaridad de la filosofía y por ende lo que la convierte en interesante, sino que a veces  no la entendemos porque nos agrada encontrar las repuestas inmediatamente sin pasar por muchos preámbulos.

Por eso, somos incapaces de comprender a los niños, olvidando quizá que alguna vez también lo fuimos, estos al cuestionarse por lo que está a su alrededor y no poder encontrar la respuesta. Le preguntan a cualquier adulto, creyendo que este le dará la solución, sin embargo muchos sí se toman la  molestia de explicarles, mientras que otros los ven como seres fastidiosos y no les brindan respuestas claras, Lyotard nos dice al respecto que, el monstruo de la filósofos es la infancia[12], puesto que poseen esa capacidad de asombro que les permite enfrentarse a un mundo completamente desconocido y a querer saberlo todo.
Por lo expuesto, la filosofía es un tanto extraña y muchas veces difícil de comprender, pues se aleja de lo concreto para remitirse al campo de la abstracción. Y, normalmente, a las personas no les agrada entablar contacto con lo desconocido, puesto que no pueden mantener el control de la situación. Sin embargo, no deja de ser importante y por ende beneficiosa para los seres humanos, ya que nos permite desarrollar un pensamiento analítico y crítico. A tener capacidad de raciocinio para poder argumentar con propiedad.

Concluyo manifestándoles que, mientras no tengamos esa capacidad de asombro, mientras no divaguemos en el pensamiento, mientas sigamos especulando que los filósofos se preguntan por entes innecesarios, mientras no poseamos la voluntad para tratar de entender sus escritos, argumentando que son muy difíciles, entonces nunca seremos capaces de comprender ¿qué es la filosofía?
Isaiah Berlin nos cuenta, en la entrevista concedida a Bryan Magee que, Platón le hace decir a Sócrates que una vida sin examen no merece ser vivida[13]. Esto nos da a entender que, solo podremos acercarnos a ella cuando examinemos minuciosamente nuestras creencias, es decir, cuando intentemos llegar a la raíz de un determinado acontecimiento. Entendiendo que para aprender filosofía debemos filosofar y para ello hay que pensar.
 



[1] Magee, Bryan (Comp.) Los hombres detrás de las ideas. Algunos creadores de la filosofía contemporánea. México, FCE,1993.P.35
 
[2] Ibíd, op cit, p.35
 
[3] Lyotard, Jean F. La posmodernidad (explicada a los niños).Barcelona:Gedisa,1990.P.117
 
[4] Ibíd, op cit,p.117
 
[5] Magee, Bryan, op cit. p.17
 
[6] Ibíd,p.33
 
[7] Ibidem
[8] Magee, Bryan (Comp.) Los hombres detrás de las ideas. Algunos creadores de la filosofía contemporánea. México, FCE, 1993, p.17.
 
[9] Platón: La República (sus obras completas).Madrid, 1941, p.55.
 
[10] Magee, Bryan, op cit, p.26.
 
[11] Ibíd., op cit, p.25.
[12] Lyotard, Jean F. La posmodernidad (explicada a los niños).Barcelona:Gedisa,1990, p. 115
 
[13] Magee, Bryan (Comp.) Los hombres detrás de las ideas. Algunos creadores de la filosofía contemporánea. México, FCE, 1993, p.18

martes, 25 de marzo de 2014

Detrás de una mirada


Detrás de una mirada

Era una mañana cualquiera, el sol brillaba en su esplendor, el canto de los pájaros hacía presagiar que algo maravilloso iba a ocurrir. Pero, ¿qué de maravilloso iba a suceder en la casa de Sofía? Si ella era una chica caprichosa y engreída, que solo pensaba en su propio bienestar. Sofía tiene dieciséis, es de ojos verdes, cabello castaño y de tez clara. Todos decían que desbordaba una gran belleza, pero lamentablemente, esta era solo exterior, pues con lo que respecta a su interior era un mundo completamente opuesto.

Su madre sufría mucho, porque ella siempre trató de educarla lo mejor que pudo. Desde que era una niña se preocupó porque nada le faltara. Le compraron de todo, le preparaban sus comidas favoritas y de esta manera Sofía iba creciendo en un mundo de privilegios. Fue demasiado tarde cuando sus padres se dieron cuenta de que ya era incontrolable su manera de actuar. En cierta ocasión, cuando se dirigieron a un restaurante a celebrar un aniversario más de matrimonio vieron a una muchachita de pómulos quemados, vestía con polleras y tenía sujetada a la espalda una manta, en la cual llevaba a un bebé. Esta mujer vendía caramelos. Todo transcurría con normalidad hasta que se acercó a la mesa de los señores Calopino. ¿Por qué digo esto? Porque Sofía la humilló, le recriminó su forma de vestir, pero sobre todo por la suciedad que emanaba de su ser. Sus padres se molestaron mucho con ella, le pidieron disculpas a la vendedora y le obsequiaron algunas monedas. Su madre, la señora Lucía, no pudo evitar sentir una enorme tristeza. Le parecía increíble que su hija actuara de tal forma. El señor Jesús le brindó su apoyo y le dijo que cuando llegaran a casa conversarían sobre este asunto. Por ahora solo hay que disfrutar nuestros veinte años de casados, nada puede opacar la felicidad de hoy – le susurró al oído.

Al llegar a casa le preguntaron a Sofía por qué actuó así. Ella – respondió –  que solo dijo la verdad, ¿acaso es malo eso?

No te he dicho que no hay por qué juzgar a los demás, por ninguna razón–le dijo el señor Jesús–. No te he dicho que los seres humanos valemos por la calidad de personas que somos. No te he dicho que todos somos iguales, aunque tengamos distintas formas de expresarnos, de vestir o de actuar, eso no nos hace ni mejor ni peor que otros, lo que importa  en sí es que cada uno es un ser valioso y por ello hay que respetarnos mutuamente. Pero parece que los consejos que te damos carecen de importancia. ¿Hasta cuándo, Sofía?, ¿hasta cuándo? Anda a tu cuarto y no salgas hasta mañana para ir a la escuela.

Sofía, sin ningún gesto de perturbación y sin decir palabra alguna,  se dirigió a su habitación.

¿Qué era lo que sucedía en aquella chica? ¿Por qué si tenía a unos padres muy buenos, ella actuaba así? Cualquiera pensaría que si los progenitores son seres maravillosos, entonces los hijos serán iguales. Sin embargo, ya vemos que no siempre es así. Y el ejemplo perfecto es el caso de Sofía.

Sofía no quería reconocer su error y aunque vio a su padre muy enojado, ella no quiso dar su brazo a torcer. Sé que esa noche no pudo dormir tranquila. Sé que las palabras del señor Jesús calaron en lo más profundo de su ser. Sé que poco a poco iba a recapacitar y eso no ocurriría hasta el día que conozca a un ser maravilloso. Esto iba a ser muy pronto y ni ella ni sus padres se imaginan qué es lo que va a pasar en la vida de esta chica engreída y caprichosa. Mientras tanto procura dormir Sofía, pues mañana será un grandioso día. Quizás las personas no cambien absolutamente, pero sí creo en la fuerza de voluntad que tengan para intentar ir cambiando poco a poco su manera de actuar.

El acontecimiento ocurrió un lunes por la mañana. Sofía y todos sus compañeros asistieron a clases con normalidad. En medio de una gran batahola entró el profesor Julio, quien imparte el curso de Comunicación, les dijo que solo había ingresado a dejarles un trabajo de investigación. Todos dijeron ¡no! El profesor pidió silencio y manifestó que investigarían sobre las distintas jergas que utilizan los niños de la calle. Sofía se levantó y le dijo: “Disculpe, profesor, pero eso es muy peligroso, nos pueden robar. ¡No!, de ninguna manera, podemos dirigirnos a ese lugar. Por favor, déjenos otro trabajo”. El profesor – le dijo– que él no podía dejar otro trabajo porque ya estaba en el programa y era una coordinación de todos los docentes del área. Les deseó suerte y se marchó.

A los compañeros de Sofía les encantó la idea. Les parecía fascinante ir hacia un mundo completamente diferente al suyo. Algunos pensaron hasta en llevarles juguetes, frutas, bebidas, en fin estaban muy emocionados. Acordaron  en ir por la tarde, luego del almuerzo. Sofía seguía malhumorada. Estaba sentada en medio de la gran algarabía, su amiga Valeria trató de animarla y le dijo que la experiencia iba a ser muy buena, mas nada parecía animarla.

En realidad estos niños se reunían en el lugar llamado La Caleta. Se sabía que trabajaban, ya sea para ayudar a sus padres o para comprarse un alimento para poder sobrevivir. Unos se disfrazaban de payasitos, otros hacían piruetas, algunos subían a los carros a cantar, otros a vender caramelos o turrones, en fin, ellos como sea se las arreglaban. Para nosotros quizás la luz roja del semáforo significa otra cosa, mas para estos niños significaba la oportunidad para poder ganarse un par de centavos. Ellos se reunían porque cada uno se repartía una cierta calle, pues así todos tenían la oportunidad de obtener dinero. En realidad, eran muy solidarios, comprensivos y organizados.

El grupo de chicos los encontró en esos precisos momentos, cuando el líder estaba al mando con su cuadernito sin pasta y un lápiz pequeñito que apenas lo podía agarrar para poder escribir. Los niños al verlos se asustaron porque pensaron que eran personas que les querían hacer daño. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando vieron que traían regalos. Sus ojos se iluminaron, desbordaban una gran alegría. No podían creer lo que estaban viendo. Parecía un sueño. Tanto es así que Perico le dijo a Chatito: “Pellízcame, pare ver si estoy despierto”. Este obedeció y Perico gritó, pues sintió el pellizco. Era  verdad, nada era un sueño. ¡Yupi!, dijo uno de ellos, ¡qué chévere!, se escuchaba decir por allá.

Valeria les dijo que no se asusten que solo querían conversar con ellos un rato, que venían a realizar una tarea. Los niños les dijeron que estaban dispuestos a colaborar con ellos y se les acercaron, pues sentían curiosidad por todo aquello que traían. Mientras cada uno recibía su obsequio y su respectivo alimento, Sofía decía para sus adentros: ¡Qué horrible que es este lugar!, ¡todos están sucios!, ¿acaso no tienen padres?, ¿para qué traen hijos al mundo si no los van a cuidar como debe ser?

Quizás solo en ese preciso instante Sofía comprendió el gran amor que sus padres sentían por ella. Solo ahí comprendía todo. Qué razón tenían mis padres – decía. Quiso llorar, pero no lo hizo por vergüenza. En el lugar se vivía una alegría inmensa. Parecía que había llegado Papá Noel. Sofía observó que al fondo, cerca de un tablero viejo había una niña muy triste. Nadie se percató de ella. Sofía decidió acercarse. ¿Cuál es tu nombre? – le preguntó–. La niña no atinó a decir nada, solo lloraba. Ella presintió que algo muy doloroso le sucedía, pero la niña de ojos tristes, solo la contemplaba. Se veía un gran desconsuelo en su mirada. Sofía sabía que fijarse en la mirada es muy importante para comprender a los demás. Sus padres le habían dicho que detrás de una mirada se ocultan las cosas más desbordantes del ser. A través de ella se podía ver la alegría, la angustia, la tristeza, la desesperación, el desconsuelo, en fin las mil y un emociones que pueda experimentar el ser humano. Por todo ello, quería saber qué le pasaba a la niña, por más que la inquiría, no consiguió nada en particular. Solo llanto y nada más. Sofía hacía su mayor esfuerzo, porque gracias a esta visita ella empezaba a mirar la vida desde otra perspectiva. Como la niña no hablaba, se molestó y decidió marcharse. Les dijo a sus compañeros que ya no aguantaba estar en ese lugar tan desagradable. Así que se marchó. Su amiga Valeria – le dijo– ¡Sofía y la tarea!, mas esta ya había partido.

Llegó a su casa muy malhumorada y parecía que aquella reflexión de la tarde se esfumaba como aquella ráfaga de viento en otoño. Pero no, me niego a creer en ello. Sé que Sofía sí recapacitó de verdad. Así que veamos qué pasó durante la noche. Ella no podía concebir el sueño. Pensaba en aquella niña, de rostro sucio producto del cansancio, de cuerpo escuálido, de cabellos tiesos, de uñas sucias, de zapatillas rotas que dejaban ver el dedo gordo del pie y se dijo ¿por qué estoy pensando tanto en esa mocosa?, ¿por qué, si a mí no me debe importar su vida? Nada de lo que le ocurra es mi problema. Cerró los ojos intentando dormir.

Te equivocaste Sofía, la niña sí te importaba porque fue gracias a ella que tú empezabas a recapacitar, fue gracias a ella que tú empezabas a valorar más a tus padres y fue gracias a ella que tú empezarías a vivir una vida mucho más placentera. La niña de mirada triste significaba el inicio de algo maravilloso que definitivamente contribuiría en el desarrollo personal de tu persona.

Por más que intentaba dormir no podía. Así que decidió ir al cuarto de sus padres. Estaba llorando, solo pudo decirles que, por favor, la perdonen. Reconoció sus errores y lloraba desconsoladamente, como aquel niño a quien le quitan su juguete más preciado. Sus padres la abrazaron y le pidieron que se calme. Ella les contó lo acontecido aquella tarde.

Por la mañana se dirigieron a La Caleta. Ailani, así se llama la niña, estaba allí. Se le acercaron y Sofía le regaló un enorme peluche rosa. La niña pudo sonreír un poquito, pero nada parecía calmar su tristeza. Le preguntaron qué le sucedía y ella solo respondió que su madre estaba muy enferma, que no tiene parientes a donde recurrir, que temía que su mamá se muera y ella se quedara sola. El señor le dijo que no se preocupara, pues él era médico y si es posible en estos momentos la podían llevar a su clínica. El rostro de Ailani se iluminó, su mirada mostraba otro destello. Era una mirada de alegría, una mirada de esperanza, pues su madre iba a estar con ella por un tiempo más prolongado.

Sofía abrazó a Ailani, ya no le importó que estuviera sucia. Solo sintió las ganas de abrazar a un ser humano que estaba sufriendo, a un ser que era tan igual que ella. Ailani los llevó al lugar donde se encontraba su madre. La niña abrazó su peluche y siguió el sendero de la salvación. Iba muy alegre.

Sofía tenía otro semblante. Se veía muy feliz. Miró al cielo, recordó a su abuelita, fallecida ya hacia un par de meses, y dijo para sí misma que a partir de ahora iba a luchar para ser diferente, sabía que no sería nada fácil, pero lo más importante es que tenía la fuerza de voluntad. Prometió que iba a ayudar a los demás cada vez que pueda y que iba a valorar todo aquello que sus padres hacen por ella. Decidió darle un beso a cada uno de sus progenitores, los abrazó y les dijo que los quería mucho.

Aquel sol esplendoroso y aquel canto de los pájaros no se equivocaron, definitivamente, sí ocurrió algo maravilloso en la vida de Sofía. Y quién iba a pensar que todo sucedió por fijarse en aquella miraba que perturbó su noche, pero que esclareció todos sus años venideros.